Una trompada inesperada.
River manejaba el partido, la pelota circulaba por los pies de Lamela, el dominio era claro y registraba las acciones más peligrosas del encuentro. Parecía que el primer gol estaba próximo a caer para silenciar a La Bombonera. La defensa local no estaba firme y River, aún sin total peligrosidad, se acercaba cada vez más al arco de Lucchetti. Pero el fútbol es impredecible, también injusto, a veces. Y en el mejor momento de River, Carrizo, el ángel que venía custodiando el arco del equipo en el certamen, cometió una falla terrible en un córner y terminó marcándose un gol en contra. Toda la historia se trastocó, River nunca más pudo levantar la cabeza como en esos primeros minutos y la derrota quedo sentenciada a los pocos minutos.
River se terminó hundiendo con errores propios, más que eso, terminó regalando el superclásico con fallas su propia autoría. Cuando acumulaba méritos ante un Boca pálido que no podía articularse en su propia cancha, el propio Carrizo, con un blooper increíble, metió en su arco el envío de corner de Monzón. Increíble. Inesperado en ese momento. El cimbronazo del primer gol dejó a River mareado. Sin patear al arco, los de Falcioni pasaron a ganar. Y minutos más tarde, Boca se aprovechó de eso para dar la segunda estocada. La defensa quiso salir rápido y dejar en offside a los jugadores de Boca en una pelota parada, pero sólo lograron darle la comodidad a Palermo para que cabecear ante Carrizo. Otro error imperdonable para regalarle el superclásico a Boca.
Antes de que cayeran esos dos obsequios, Maidana, a los 15 minutos, se tuvo que retirar de la cancha por González Pírez, incapaz de poder soportar el dolor de la lesión que arrastraba desde la semana pasada.
Después de haber gozado del protagonismo en los primeros 25 minutos, ya nada fue lo mismo. La situación se puso mucho más espesa, la fluidez ya no fue tal y la claridad quedó más difuminada. Sólo Lamela intentó algo diferente, trató de ponerse el equipo al hombro y fabricar juego para sacar a flote a este River tumbado. No tuvo compañía nunca. Pavone se dedicó a ir al choque y poco más, aun cuando no era necesario. Funes Mori rebotó mal todas las pelotas que le llegaron, no aguantó nunca y resolvió siempre mal.
En la segunda parte, Jota Jota trató de ayudar a Lamela con el ingreso de Lanzini (por Acevedo), pero nunca hubo auxilio para el `10´. Entonces, Lamela intentó buscar siempre él la solución, incluso perdiendo varias pelotas por no largarla a tiempo. ¿Se le puede reclamar cuando nunca encontró alguien que le devolviera una pelota limpia?
Lucchetti le sacó un gran disparo a Román en el primer tiempo y Monzón le sacó con lo justo una pelota de Pavone cuando parecía que tenía rumbo de red, en el complemento. El arquero también le sacó un disparo con destino de ángulo a Lamela en un tiro libre. No hubo manera. Tampoco hubo manera de que el árbitro Loustau cobrara alguno de los claros penales a favor de River, como el empujón de Insaurralde a Funes Mori o los agarrones de Caruzzo en las pelotas paradas. Los minutos se fueron extinguiendo, destartalándose y pasando apuros en defensa. Pero ni siquiera llegó el descuento que esperanzara a River.


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